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  • Foto del escritorLas Graderías

“Tarjeta roja” a las barras bravas

Actualizado: 12 may 2021



El fútbol es sin duda el deporte que más pasiones despierta, algunos aficionados son protagonistas dentro y fuera del campo, agrupados por su amor a la camiseta, a la bandera, al escudo del equipo de sus afectos. Existen algunos fanáticos que utilizan la violencia como forma de expresar apoyo a su equipo, este grupo de seguidores radicales son reconocidos con el nombre “Barra brava” en Sur América, “Hooligans” en Inglaterra, “Torcidas” en Brasil, “Tiffosis” en Italia y “Ultras” en Rusia y otras naciones europeas.


Esta forma de expresión va más allá de lo deportivo, se constituye como el pretexto perfecto para aflorar la violencia de un entorno social cada vez más contaminado que encuentra en el “barrismo” su válvula de escape. La acción de las barras bravas va más allá de enfrentamientos y provocaciones a través de cánticos, supone la manifestación de la rivalidad, y como cualquier tribu urbana, se sienten afines a una causa común, a un equipo y unos colores, con el fin de distinguirse y crear sentido de pertenencia con este mismo, alentándolo de manera apasionada en cualquier parte del mundo, llevando esta expresión de aliento a límites verdaderamente extremos como exponer su vida por una camiseta.


Las primeras barras bravas nacieron alrededor de 1927 en Argentina, con un grupo denominado “la barra de la goma” que seguía al equipo San Lorenzo de Almagro y que en sus partidos de local utilizaban las gomas de las bicicletas para atacar a su equipo rival, luego, en 1942 en Brasil, se reconoce “la torcida” del Flamengo como la más famosa de ese entonces. Después, el término de barra brava fue adoptado realmente por Argentina en 1960 y estas manifestaciones se fueron expandiendo por más territorios de Latinoamérica hasta llegar a Europa en 1970.


Para las autoridades, las barras bravas se han convertido en manifestaciones violentas de difícil control, en diversos estadios del mundo se han presentado víctimas fatales y más aún, esta violencia se ha expandido a las calles en donde tener la camiseta de un equipo pone en la mira de violencia y discriminación a quién la porta. Por esta razón, las legislaciones cada vez son más rigurosas para castigar este tipo de delitos dentro y fuera de las canchas, trayendo consecuencias no solo para las barras e hinchadas de los equipos sino también para los clubes y dirigentes de los mismos. Caso más reciente y ejemplo de ello es la drástica sanción recibida en Egipto al condenar a pena de muerte a 11 miembros de las barras bravas de los equipos Al Ahli y Al Masry, otros 40 acusados fueron condenados entre uno y 15 años de prisión y 21 más fueron absueltos, entre ellos, 7 miembros de la policía. Esto tras la peor catástrofe en el fútbol egipcio, sucedida el 1 de febrero de 2012, en la que fallecieron alrededor de 74 asistentes al partido, todo esto, en consecuencia de la conspiración entre miembros de la policía y la barra del Al Masry contra la barra del Cairo (A lAhli).


Otro hecho que conmocionó el fútbol Europeo durante la década de los ochenta (1985), fue la reconocida tragedia de Heysel, cuando los enfrentamientos entre las hinchadas del Liverpool y la Juventus en la final de la copa de Europa, disputada en territorio belga, dejó un saldo de 39 muertos y más de 600 heridos. Para los 14 aficionados pertenecientes a la hinchada del Liverpool encontrados culpables, la sanción recibida por parte de la justicia belga tuvo dos matices: en principio la sentencia de 3 años de cárcel y posteriormente la apelación cumpliendo la mitad de la sentencia al alegar que dichos homicidios fueron involuntarios. A raíz de esto, la Unión de Asociaciones de Fútbol Europeas (UEFA) vetó a todos los clubes ingleses a no participar en competencias europeas durante cinco años, así mismo al Liverpool, pero por el doble de tiempo, pena que posteriormente fue rebajada a sólo seis años. Además de esto, el estadio de Heysel fue clausurado y posteriormente demolido y reconstruido.

Este mismo episodio obligó a los clubes europeos a tomar conciencia y ejercer mayor control sobre los actos violentos que sus hinchadas pueden generar.


En un partido disputado entre los equipos Lyon y Besiktas de Turquía en el estadio Gerland de Francia, para los cuartos de final de la liga europea, 15.000 hinchas turcos ubicados en la tribuna sur, lanzaron artefactos explosivos contra la hinchada local, a raíz de esto los hinchas del Lyon decidieron invadir el campo y tomar justicia por mano propia, lo que dejó decenas de heridos y la suspensión del encuentro. Debido a esto los dos clubes fueron sancionados con una multa de 100.000 Euros y suspendidos de participar en competencias europeas durante una temporada completa. Estas sanciones obligan a los clubes a buscar medidas de control frente a sus hinchadas, ya que sus acciones tienen repercusiones económicas y deportivas en los clubes y el costo de estas consecuencias es muy alto.


En 2015, durante los octavos de final de la Copa Libertadores de América entre los equipos argentinos River Plate y Boca Juniors, se generó un incidente cuando un hincha boquense lanzó gas pimienta a los jugadores del River mientras estos salían al campo a través del túnel. El árbitro suspende el partido y la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) decide eliminar a Boca del certamen, imponiéndole una multa de 200.000 dólares además de prohibirle la entrada a sus aficionados durante cuatro partidos como visitante, y como local disputarlos a puerta cerrada.


Adicional a esto, la Federación Internacional de Fútbol Asociada (FIFA) ha generado varias sanciones económicas con amenaza de retirar de las competencias a distintas federaciones latinoamericanas por cánticos homófobos de sus hinchas que incitan a la violencia, siendo la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) la más sancionada con un monto de 56.718 euros, siguiéndole la de Chile con 30.500 euros, Perú con 21.800, Ecuador con 17.000, y Brasil y México con 8.700 cada una.


El fútbol profesional colombiano no está exento de estas manifestaciones violentas de sus hinchadas, las rivalidades entre las barras de Millonarios, Santa Fé, América y Nacional, entre otros, con enfrentamientos dentro y fuera de los estadios, incluso sólo por portar las camisetas, son muestras claras de que este fenómeno barrista afecta en todo el mundo.


Cada vez más los clubes, dirigentes, aficionados y el Estado mismo son conscientes de mantener bajo control a los agentes violentos que empañan este deporte, por esta razón las políticas internas sancionatorias, los programas de prevención, los avances tecnológicos en cuanto a sistemas de detección para el ingreso a los estadios, carnetización de miembros, acompañamiento y seguimiento policial, etc., son de vital importancia para mantener la armonía entre los actuantes del fútbol. Pese a que estas rivalidades han existido y existirán siempre, es decir, son inherentes a la misma competición, se requiere que estas disposiciones estén incluidas en los códigos penales para que realmente haya un verdadero escarmiento para los que quieran violentar el verdadero significado del fútbol y que actos tan relevantes en la historia del deporte como los de Egipto y las tragedias anteriormente mencionadas no vuelvan a presentarse sino que el concepto de barra brava represente un apoyo incondicional demostrado a través de cánticos, colores, banderas, escudos, entre otros, hacia un equipo, y no que se convierta en un generador histórico de violencia.




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